domingo, 26 de junio de 2011

Medianoche entre extraños - Capítulo 3º


Medianoche 3. Siguiendo el agua

Sentí sus colmillos retirarse de mi piel y sus labios se posaron con una delicadeza que desapareció en el instante en el cual comenzó a succionar lenta y dolorosamente mi sangre. El sufrimiento se hacía mayor a cada sorbo, pero él seguía engullendo a pesar de mis quejidos de dolor, supliqué su detención antes de que me desmayara pero el sonido de la sangre salir por mis venas se repetía  incesantemente.

– Para, por favor –, dije en un hilo de voz. Me ignoró completamente e hizo lo contrario, tragar con más ímpetu. Sentí que sus brazos dejaban de apretar mi cintura y me soltó de su beso sangriento tras lamer mi cuello como si fuese una manzana de caramelo, permitiendo que me derrumbara. Le observé desde el suelo, con los ojos aguados le veía translúcidamente pero él en cambio si me miraba tal y como estaba.
– Te doy la oportunidad de romper el trato –, habló en tono serio, mientras limpiaba con el dorso de su mano sus labios y barbilla manchadas de sangre la cual también se extendía por su mejilla derecha. No deseaba volver a repetir una experiencia donde dolor y miedo se mezclaban con el olor de su piel haciéndome sentir prisionera suya; no le respondí y ante su atenta mirada le ordené que se marchara. Quise palpar mi cuello, encontrándolo empapado de esa calidad sustancia, pero sin encontrar los agujeros marca de sus colmillos.



   Mis mejillas se humedecían lentamente gracias a una gotera que decidió crearse justo sobre mi cabeza; cada vez aumentaba más el gélido líquido que caía sobre mi cara pero aún me negaba a abrir los ojos y destrozar las pocas horas de sueño que quedaban. Empezaron a llegar a mí a mayor velocidad, recorriendo el corto trayecto entre mis mejillas y mis labios, hice un intento de abrir los ojos pero me acurruqué en el otro lado de la cama luchando por no despertarme totalmente y tener que abandonar mi lecho para solucionar el problema. Pero esa noche no iba a dormir  tranquila; un sonido se escuchó sobre mi cabeza y las pequeñas gotas que a cada segundo caían en mi cara  se convirtieron en un hilo de agua. Abrí los ojos en sobremanera, y busqué el interruptor intentado admirar donde estaba esa maldita grieta la cual no me permitía soñar. La luz se hizo y mis ojos se cerraron molestos por la repentina luz, pestañeé repetidas veces antes de ver el techo semejante a una herida sangrar por su amplia grieta.  Salí de la cama refunfuñando admirando la grieta con enfado, subí a la cama para ver la tubería saliente chorreando por mi almohada calentita y sólo pude sentir más rabia. Bajé de un salto y busqué mis pantuflas, no me decidía entre buscar a mi tía o dormir con Jannette  y el problema era que ante una dificultad de esta clase no sabía a quien acudir exactamente. Me dirigí a la puerta y tras hacerme una alta cola de caballo intentando no asustarla con mis cabellos pasados por la almohada, posé mi mano en el pomo de la puerta  y lo giré con suma pereza, en el momento en el que intenté salir la puerta no duró ni tres segundos abierta cuando se cerró de repente y la luz se convirtió en oscuridad. Me giré nerviosa y busqué el interruptor por la pared mientras mi mente quiso imaginar un vampiro sediento de sangre frente a mí gimiendo mi nombre con ansias. La luz de luna que se colaba por las raídas y empolvadas cortinas era lo suficiente para hacerme distinguir una supuesta figura humana que respirada forzosamente, como si necesitara  todo el aire de su alrededor pero no lo pudiese obtener, arrastrando sus pies con pesadumbre igual que si empujase bloques de cemento, pero lo peor de todo era su mirada, sentía sus ojos delirantes en los míos, no le podía ver con nitidez, pero sabía que él me estaba mirando y supliqué que me dejase marchar. Era él, lo sabía, percibía su presencia amenazadora y cruel, no sabía porqué había vuelto para tomar mi sangre, sin embargo no quería sentir nuevamente sus colmillos hundidos en mi fina piel perforándola con suma facilidad. Sus torpes pasos en mi dirección me anunciaron que tenía la posibilidad de huir, parecía estar agotado igual que se hubiese expuesto al sol durante horas y en un anhelo por vivir hubiese recordado donde  dormitaba su elixir de la vida. Forcejeé con el pomo, éste no cedió a mi intento de escape, y su cálido aliento se empezaba a aproximar a mi rostro, era imposible huir de un ser tan veloz como él era, pese a eso no me iba a exponer ante él y recorrí la poca distancia entre la ventana y yo sabiendo que tardaría unos segundos en cambiar de rumbo. Su húmeda mano me agarró del antebrazo impidiéndome llegar a mi anhelado destino y me sostuvo firmemente. Oí un murmullo por sus parte aunque lo dejé como un sonido perfectamente confundible con el eco del agua decender de la tubería; esta ya estaba totalmente desprendida del techo y el agua ya inundaba mi habitación. Su agarre comenzó a provocarme dolor y tiré pretendiendo zafarme de su rudo aferre que como comida que era se agarraba a mí con decisión. Sin embargo, esta noche no recibiría dos mordiscos de la misma persona e intenté apartarle de mí cuando su mano vino a socorrer la otra y en un sentimiento de culpabilidad y pena por recurrir a una forma de defensa la cual creo que en mi vida había empleado más de dos veces, tuve que propinarle un puñetazo en su rostro, sin embargo al no saber donde terminaba su brazo y empezaba alguna otra parte de su cuerpo golpeé por error su cuello, que resultó efectivo dado que cayó al suelo y gimoteó con el doble de fuerza. Sentí pena por él, se retorcía en el agua gritando agónicamente con una voz tan aguda que podría haber roto los cristales, y me detuve pensando cómo pude haberle provocado tanto dolor, pero el recuerdo de la sangre decender por sus labios: mi sangre… me resultaba aterrador.  Olvidé su retorcida existencia y me abalancé contra el escritorio, frente a la ventana, donde me subí para llegar con menor dificultad al pestillo que sujetaba la parte alta de ésta; por precaución fue puesta por mí antes de dormir, aunque ahora veo lo contrario. Luché por quitar la pequeña cerradura pero mis dedos empapados no llegaban hasta la punta superior de la amplia ventana, en aquel momento sus alaridos de dolor se detuvieron; ni el mugriento cristal ni los pocos rayos de luna, pudieron tapar el reflejo de un rostro marcarse en el cristal, haciéndome girar rápidamente. Sus chillidos de histeria  habían decaído dejándome el dulce chasquido del agua, y mi mano se relajó pudiendo bajar mis pies que se sumergieron  en el agua que ya había alcanzado los quince centímetros de profundidad. Caminé con temor hacia mi cama e intenté encender la luz en vano, pretendía encontrarle suponiendo que aún estuviese dentro y sin luz esto sería imposible, el agua fluía impidiéndome escuchar más que esta caer sobre lo que fue mi cama, dándole ventaja a él para  caminar por mi triste cuarto a sus anchas. Nada tenía sentido, pero no quería armar el difícil puzzle de esta situación ahora,  mi vida estaba en juego, ya había perdido demasiada sangre por hoy y mi cuerpo no lo resistiría otra vez. Vi la puerta como una opción: caminé tres cortos pasos y nadie impidió que marchara, “tal vez se había ido”, pensé.  Y retomé mi marcha. Un sonido tras mí, igual que el agua siendo removida por unos pies me indicó que estaba acompañada y el temor que había desaparecido se volvió a mi garganta apretándola sin compasión. Giré levemente mi cabeza y pude admirar  por el rabillo del ojo su figura fantasmal, haciendo de llamada para mis lágrimas; volví mis ojos al frente, a la puerta blanca y agrietada, y en mi menté conté hasta tres antes de morir a manos de ese despreciable vampiro. Me abalancé contra el pomo de la puerta y forcejé contra él sin rendirme, intentando abrirla girando la llave atascada en la cerradura como si nunca hubiese encajado en la puerta. Su ardiente aliento me rozó la nuca haciendo que girase rápidamente encontrando una figura espeluznante la cual balbuceaba en un idioma desconocido, retrocedí la poca distancia entre la puerta y yo, su boca se abrió desmesuradamente mostrándome una boca llena de colmillos, su mano se elevó  agarrando mi cuello y hundiendo sus uñas en mi carne. 

– ¡Dámelo! –, dijo con firmeza. Escuché su voz, una voz que nunca me había imaginado que pudiese salir de esos labios. Era aguda y a la vez suave envuelto en un tono severo, pero si era una chica. Mi corazón se aceleró aún más y vi un reflejo  dorado en su cabello, no supe si era peor encontrarse ante un vampiro o lo que fuese esa persona, pero algo me decía que quien  se encontraba ante mí tenía mucho que ver con la tubería rota. 
– Ariza –, hablé en un hilo de voz. Su agarre se volvió más fuerte y sus uñas ya estaban totalmente dentro de mi carne haciéndome sentir la calida sangre recorrer mi cuello.

– ¿Dónde está? –, dijo con furia. Respondí un “no lo sé” con dificultad, realmente no sabía de qué me hablaba pero ella estaba firmemente convencida de que yo lo sabía.  El agua caía con mayor intensidad  y ya superaba los veinticinco metros de profundidad, me soltó inexplicablemente dejándome caer en las turbias aguas, agarró mi cabeza y la sumergió durante vagos segundos que parecieron ser horas. La elevó y me obligó a mirarla mientras luchaba por escupir toda el agua que habían entrado en mis pulmones.
 – Sabes donde está, ¡dímelo! –, gritó. Negué enérgicamente, y le contesté lo mismo porque era la verdad. Dio un grito que pareció el aullido de un animal, me observó con ira y lanzó mi cuerpo contra la ventana que cedió como si fuera de papel,  y tres pisos más abajo el césped sería mi lecho de muerte.



  Abrí los ojos lentamente todo se encontraba borroso y oscuro y mi vista no parecía que se fuese a volver nítida, entonces los cerré de nuevo; mi cuerpo se estremecía de dolor y era incapaz de moverme por miedo a causarme más daño, no había ni un sólo centímetro de mi cuerpo en donde no sintiera dolor, pero mi cabeza era donde sentía más daño, parecía estar a punto de estallar y mi espalda se resentía como si le hubiesen clavado cuchillos.  Escuché lejanamente algo acercarse a mí, y temí encontrar a la sirena con mirada furiosa y dientes afilados viniendo a darme muerte,  abrí los ojos esperando encontrar a Ariza, y  tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para contemplar a aquella figura que desprendía tanto calor y brillaba en exceso la cual se había detenido a contemplarme; parpadeé repetidas veces queriendo ver a ese ser, pero entonces dejó de brillar y el calor se volvió igual al frío de la mañana, sin embargo la figura seguía ahí, entonces me llevó en brazos hacia algún sitio donde me dejó reposar.

  Admiré las paredes blancas y entonces recordé dónde estaba. La enfermería era el único lugar del instituto donde no había estado, y no pensé que estuviese ahí hasta llegado el invierno, época donde todas las gripes venían a mí. Mi tía colocó un paño húmedo sobre mi frente y sonrió al verme parpadear pesadamente ya consciente.

– Estás bien, las brujas te han curado –, dijo con cariño acariciándome la mejilla –. La enfermera te cuidará en mi ausencia, debes pasar aquí todo el día por precaución –. Anunció mientras cerraba la puerta lentamente. Miré a una mujer mayor, con el cabello por encima de los hombros de un tono negro grisáceo, y supe que debía dormir, pero me inquietó saber qué era esa figura llameante que había admirado horas atrás.

–  Un chico te ha traído esto –, dijo la mujer mostrándome una roja manzana. Mi cuerpo se estremeció al observar la rojez sobrenatural que tenía –. Te la daré más tarde –. Anunció al verme cerrar los ojos pesadamente, y me dormí escuchando el sonido del contador de pulsaciones.
– Señorita Russell –, escuché la voz grave y pedante de alguien que se encontraba a mi derecha. Abrí los ojos al mismo tiempo que bostezaba y él me observó tan adusto como en sus clases acostumbraba a hacer. 

– Profesor Moore, no habrá venido a traerme deberes –, bromeé mirándole cansada intentando sentarme en la camilla. El negó manteniendo la seriedad en su rostro y se sentó en una silla que debió haber estado ocupada por mi tía las horas que pasé inconsciente. 
– Desconozco todo lo pasado anoche pero… –, hizo una pausa en la que aprovechó para  mirarme directamente a los ojos –. Eso de tu brazo, se trata de algo que no puedo pasar ni como profesor, ni como persona –. Habló apartando la sábana que me cubría. Admiré escandalizada mi antebrazo, quedando al descubierto la prueba del pacto. Arrepentida por no haber roto el trato con él cuando me lo ofreció, intenté tapar la marca con la camisa, pretendiendo que nadie más  lo pudiese ver. Miré al profesor y éste se levantó alejándose de mí para correr las cortinas, la luz anaranjada del atardecer mi indicó lo tarde que era; pero poco me importaba ahora, no sabía que iba hacer ahora que mi profesor de física y química estaba al corriente del trato de Bill y yo. 
– Hay una explicación para esto –, murmuré. Él dejó de mirar la puesta de sol y fijó sus ojos avellana en los míos. 
– Claro que sí, será lo de siempre: “es que era tan guapo”, “pensé que sería divertido”  y por supuesto argumentarás que ese vampiro te engañó –, añadió él y continuó admirando el paisaje. Me quedé en silencio, realmente ninguna de esas frases se me pasó por la cabeza excepto la última.

– Se lo diré a  Wanda, lo hago por tu bien –, concluyó. Mis ojos se abrieron desmesuradamente y no pude evitar ponerme de los nervios al escuchar aquello. 

– No hace falta hacer eso –, supliqué –. Puedo conseguir que me deje. 
Me observó de reojo y pude ver como sus comisuras se alzaban levemente a modo de sonrisa.
– Cuantas veces he escuchado esa frase –, habló en tono melancólico –. Lo hago por tu bien, en ese juego entre vampiros y humanos no hay límites. Pueden hacer con tu persona lo que les plazca. Y lo peor de todo  es que un vampiro salvo en muy pocos casos renuncia a poder controlar mentalmente a un humanos. Te estoy brindando una oportunidad inigualable. Está en tu decisión permitir que él o ella juegue de por vida contigo o aprovechar que bajo los muros de Wilmington High podemos intervenir y librarte para siempre de cualquier daño que pueda causar. 

Nota de la autora: Este es más corto, son sólo tres páginas, pero soy consiente de lo que cuesta leer por Internet. ^^ Bueno, déjenme sus opiniones al respecto, quiero saber todos los fallos que he tenido o no. ^^ 



Gracias por leer.

7 comentarios:

  1. Ha sido muy interesante, estoy ansiosa por saber que hará Bill ahora que la sigue teniendo en su poder.

    Escribe pronto aunque no sean capítulos muy largos ^^

    Saludos

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  2. maldita Ariza!

    q quiere la sirenita del mar, asustando gente en medio de la noche?...

    eso si me daria miedo!

    Esta escuelita....parece la academia...¿Si era academia? ¡Quien sabe! Bueno....la academia X-Men todos los raritos andan por ahi

    jajajajaja


    buen capi


    q pasara con el pacto?

    Besos!



    S.K

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  3. No pensé en X-men cuando lo estaba escribiendo pero ahora que lo dices pues sí, todos los raritos están ahí. ^^

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  4. Estoy empezando a leer tu fic, y de verdad que eres muy muy buena.
    Escribe pronto quiero saber que pasa mas adelante, esta interesante.
    Bye, Küss cuidate y sigue escribiendo :)

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  5. Buen capítulo nena, espero el cuarto, no tardes muuchoo :D

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  6. Holaa! Soy Nay :3 y bueno me empezado a leer tu nove y me encanto *-*! la verdad es tan wow e,e siguela!<3 que me encanta como escribes<3

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  7. es tan espeluznante y atrayente esta fic me encanta a tal punto que ya no la parare de leer espero el capitulo cuatro con ansias


    ecribes muy bien me gusta mucho tu forma de narrar la historiA NO PARES!!!


    KUSSES


    fran

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