domingo, 19 de junio de 2011

Medianoche entre extraños - Capítulo 2


Medianoche 2. Cena especial

O me encogí como un gusano o él simplemente creció, pero la distancia entre ambos aumentó haciéndome sentir más pequeña. Me miró por un instante que no terminó hasta la llegada de Bill, caminando como si fuese un modelo de ropa gótica se acercó a donde yo estaba, junto a Tom. Se distanció de mí, y Bill me dijo algo que aún no alcanzaba a escuchar, o simplemente ignoré, aún estaba perdida en su mirada magnética y agridulce que no terminaba de encajar en su bonita cara. 
– Siempre igual –, dijo con desprecio. Y volví a una posición un poco menos anormal para mirarle a él, vestido de Dolce & Gabbana y altas plataformas, rebuscando en la nevera. 
– ¿Qué? –, musité aún con los brazos temblorosos. Quise alejarme, y sentarme como si nada hubiera pasado, junto a Georg que me arroparía con su calida mirada y su agradable sonrisa. Pero una mirada más poderosa que denotaba maldad me atrapó antes. 
– ¿Tanto te sorprende ver una bolsita llena de sangre? –, preguntó. Aparenté seriedad aún estando segura de cuanto me delataba mi mirada asustadiza.

  Bueno, tú todavía te pones nervioso cuando me acerco mucho a ti –, hablé buscando fastidiarle. Sonrió, el muy desgraciado y siguió mirando dentro de la nevera, y luego la cerró con desgana, mientras yo me empeñaba en buscar comida. Cogió mi mano y me hizo mirarle, sus ojos se volvieron de color ámbar.
  El maldito Tom se ha llevado el último que había…
Y mi corazón se aceleró tanto que pensé que se iría de mi pecho en cualquier momento. Me giré para mirar la nevera llena de bolsas y los ojos se me llenaron de temor.
– Mientes –, dije en un hilo de voz. Él sonrió, negando lentamente con la cabeza.
  Creo que tú si tienes la sangre que me gusta.
– No quiero, no puedes hacerme eso ahora –, contesté temerosa. El sonrió acariciando mi antebrazo haciéndole arder como un hierro incandescente. Reprimí un grito de dolor y él me soltó.
– ¡Bill Kaulitz! –, escuché decir mientras una mano agarraba su oreja –, ¿qué haces con mi sobrina? –. Mi tía le apartó mientras él pestañeaba provocando que la coloración de su iris se tornase nuevamente marrón.
– Al menos si vas a morderla hazlo en un lugar donde no pueda verte –, dijo ella. Él intentó excusarse, diciendo y repitiendo que era mentira. Las risitas de Tom se escucharon por lo bajo, al parecer a esos dos les encantaba molestarse hasta tales extremos.  Se lo llevó jalando de la oreja mientras la risa de Tom iba en aumento.
Caminé tranquila hacia Jannette y Georg, que hablaban en una mesa  cercana a la a la puerta de cristal trasera por donde se salía a la terraza, siendo la zona especulada para vampiros y sirenas únicamente.
El recuerdo del primer día de clase vino a mi mente: esa noche no pude dormir bien, como era de esperar los nervios querían tenerme despierta y las horas avanzaban hasta que a las seis tuve que enfrentarme al gran cambio. Mi tía me acompañó hasta la entrada donde me repitió varias frases que en su momento no tuvieron mucho sentido, ella me dejó marchar y en donde la semana anterior yo veía una W en el piso, ahora sólo podía admirar zapatillas ensuciando el recibidor. No me percaté de las miradas, pero si del casi silencio instantáneo cuando entré y ahí fue cuando me obligué a verles. Hasta qué punto fue violento, me expuse ante ellos como un filete de carne ante una manada de leones hambrientos y furiosos. Caminé como si nada, evitando el contacto visual y adentrándome a las entrañas de mi nuevo colegio, pude notar la tensión que camuflada con voces seguía siendo percibida. En una esquina le vi a él, supuse lo mucho que se tuvo que sorprender, seguramente habrá dudado pero se acercó a mí  agarrando a Jannette del brazo. Por ese entonces era todo normal, la charla del director en la gran y preciosa sala de actos, se hizo tediosa como de costumbre, pero no pensé que cambiase y yo tuviera que ver en ello. Cuando le escuché nombrarme un mogollón de cabezas se giraron a verme, a contemplarme con la escusa de ser la chica nueva, pensé en la posibilidad de ser la única alumna nueva, aunque fue una ridícula conclusión. El día culminante, o mejor dicho, el momento culminante fue en la cafetería del día siguiente. Lo normal siendo raro, así eran ellos, pero no supe verlo; entre miradas furtivas llenas de confusión caí en la conclusión de que llamaba la atención como nunca lo había hecho; era una pancarta de neón en la oscuridad. Aún estaba demasiado embobada como para darme cuenta, pero sospeché algo al ver el interesante y variado menú. Fue una situación demasiado parecida a la de este día, me tuve a escoger agua y entre morirme de sed y saber porqué demonios había agua con sal, tuve la mala suerte de encontrar el peor de los aperitivos que podrían haber en esa cafetería. Abrí la puertecilla del refrigerador y el frescor helado me dio en la cara, adentré mi mano y palpé sobre la blanda superficie de plástico, no era agua y eso estaba claro, pero ahora quería saber qué era eso tan fresco y blando. Lo cogí con cuidado, y seguí estrujándolo divertidamente mientras mi mente quería imaginar qué podría ser. Pero creo que nunca lo podría haber adivinado. Rojo oscuro, con una gran A+, mi mente se quedó en pleno silencio queriendo arrancar y procesar la información. Únicamente lo sujetaba perpleja, con una mezcla de sentimientos que aún ni sé cuales eran cada uno, y entonces mi cuello se sintió aprisionado por un nudo que connotaba lágrimas. 
– ¿Te lo vas a comer? –, dijo en un tono arrogante y a su vez asquerosamente bonito y melódico.

Sería una broma, pensé, pero no parecía parte del grupo de arte dramático y puestos también no parecía de este mundo. Me imagino mi cara de idiota y aún no entiendo cómo no se rió en mi cara. Chasqueó sus dedos en mi rostro ante tal alelamiento y me aparté un poco asustada. Sonrió mostrándome los colmillos, y solté un pequeño gritito. Fue en ese instante cuando me di cuenta de lo anormal que era este instituto. Que esos que se asemejaban tanto a mí no eran lo que parecían. El porqué de tantas miradas extrañas y caras de incomodidad, y aún estando en un rincón de la amplia cafetería todos me seguían con la miraban con asombro.  Sus colmillos eran tan reales que hasta me parecieron falsos, era una situación tan irreal. 
– Bill –, escuché decir a Georg quitándome la bolsa de sangre de las manos –. Siempre igual, no ves que la pobre es nueva.
Sonrió con malicia y empezó a beber moviendo graciosamente los labios mientras se alejaba de nosotros. 
– Huele a kilómetros –, dijo Bill. Miré a Georg confusa, atónita y sin poder articular palabra. Me asió del brazo y me sacó a rastras de ahí, bajo la mirada atenta de todo el instituto. La parte trasera de la secretaría se veía, a diferencia del primer día, rodeada de alumnos y profesores. Le miré suplicando una explicación coherente, pero me esperaba cualquier cosa. Me observó con ternura y vi ese brillo especial en sus ojos, devolviéndome algo de estabilidad. Jannette se acercó a ambos, agitó su cabello pelirrojo en signo de nerviosismo y sentó en el banco más próximo a ambos.

– No te preocupes, Bill aunque parezca mala persona, es buen chico –, dijo ella. Georg le miró con mala cara y la chica se encogió de hombros.
– ¿Por qué no me dijiste nada? –, pregunté intentado asimilar todavía la imagen de sus largos dientes.
– No me hubieras creído –, musitó. Y tenía cierta razón. Mis ojos se abrieron desmesuradamente y mi corazón latió a un ritmo vertiginosos, ¿qué era él realmente?
– ¿Sois vampiros? –, dije con pánico, sintiéndome a su vez algo ridícula por reconocerlo en voz alta.  Sus risas sonaron de repente, y entonces me puse el doble de nerviosa, pensando en cómo pude haberme dejando vacilar. Agaché la cabeza y me senté en el banco, esperando a que pararan de reírse. 
– No –, dijo ella –. Este instituto no sólo tiene vampiros, aunque sí que hay muchos.

Casi me hubiera gustado más la broma de la sangre y el chico con colmillos, y entonces les observé a los dos esperando una explicación.
– Soy algo raro de explicar, sólo sé que un día podía atravesar paredes –, respondió él. Le miré incrédula, ¿cuándo me he metido en una película?
– No seas tonto, es una sombra –. Dijo ella. Le miré sin saber que decían, entonces sentí que las lágrimas empezaron a empapar mis mejillas. Les miré a ambos y de repente él había desaparecido ante mis ojos en una nube de espeso polvo negro que se desvanecía. Miré a Jannette, tranquila se cruzó de brazos, y la nube de polvo se volvió en un instante Georg. 
– Eso no me lo esperaba –, dije yo, mirándole atónita. Él se encogió de hombros mientras sonreía con ternura.

– No soy nada más que un humano con la capacidad de hacerse invisible y traspasar paredes –, dijo él sentándose junto a nosotras –. Nada del otro mundo –, sonrió. 
Yo le miré seria alzando una ceja en señal de desaprobación.

– No te preocupes, no es lo más raro que encontrarás –, dijo Jannette agitando su dedo en el aire y haciendo que los folletos pinchados en el tablón de corcho de la pared de detrás, empezasen a danzar por el aire. Empecé a sentir algo de mareo, y sujeté en un acto reflejo el hombro de Georg, mirando aún atónita los panfletos levitar sobre mi cabeza y lentamente volver a su sitio. Observaba su rostro sonriente; sus mofletes sonrojados y su mirada castaña brillar, aunque ella viviese la  felicidad yo estaba muerta de miedo, temblando como un flan, admirándola a ella, queriendo decir eso que tantas veces quise en mi infancia: bruja. ¿Cómo no había notada nada raro en ellos dos? ¿Cómo he podido estar tan ciega? Me sentía engañada; por ellos, por mi tía que desconozco realmente si es humana o no…
– Insisto en que no te preocupes –, habló Jannette –. Vas a estar con nosotros y te recomendaría que no hables mucho con los vampiros ni las sirenas…
– ¿¡Sirenas!? –, grité interrumpiendo a la chica. Ambos asintieron –. Hay sirenas, o dios esto es horrible. 
– Venga, es como estar en un instituto lleno de gente de diferentes países. Las sirenas son inofensivas en tierra y por lo general suelen ser simpáticas. 
Mi corazón comenzó a acelerarse, a la vez que me costaba más respirar. Caminé en dirección a los lavabos, a el que me introduje cerrando la puerta tras mí, abrí el grifo de agua fría y me mojé el rostro. Observé mi rostro palidecido en el espejo y  luego miré a Jannette que se encontraba a mi lado, y me estremecí.

– No puedo creerlo –, dije –, Estoy en un instituto lleno de… 
– ¿Monstruos? –, continuó ella abatida. La miré negándole lentamente, ella elevó al cabeza para mirarme.

– No os merecéis que os diga eso después de todo lo que hacéis por mí –, contesté –. No sois monstruos, sólo somos diferentes. Y ahora mismo estoy muerta de miedo por haber ignorado vuestra existencia durante todos estos años… Dime, ¿es cierto todas las leyendas que cuentan?
Ella permaneció mirando el suelo unos segundos y luego sonrió levemente. 
– Hay mitos y mitos, yo no sé más allá de mi naturaleza y la humana, aunque sepa sobre sirenas es Georg quien lo sabe todo. Pero te contaré todo lo que sé.

– ¿Por qué tu tía te ha matriculado a una escuela como esta? –, escuché la voz de Georg desde fuera. 
Me senté en el suelo, pensé con horror cuál sería la verdad acerca de ella, ahora si que me sentía engañada. Salí del baño y le respondí con un “es una larga historia” pero ni yo lo sabía con exactitud.


***

Dejé el recuerdo del primer día en un lugar de mi mente en el cual nunca me ha gustado rebuscar; esos los malos días que acaban siempre por estropear mis momentos felices.
Miré con hambre la comida de mis compañeros: Jannette removía en su bandeja la ensalada de sapo con brotes de soja – según decía esto potenciaba su poder –. Georg no comía si no era por placer, no necesitaba alimentarse para vivir, o eso dice él. Pero pese a la mala pinta  que tenía la carne de sapo tenía tanta hambre que me la comería sin pensarlo. Sería capas de comer esos filetes ensangrentados de los hombres lobo, los  moluscos de las sirenas y… no, no me lo comería ni loca. Curvé mi cuerpo para apoyar mi barbilla en la mesa y admirarles comer cosas que a mí me repudian, pero en cambio a ellos les encantaba. Fijé mi vista en una mesa vacía, bueno casi, un chico estaba sentada en ella, solitario, vestido de negro, pero eso me daba igual porque tenía una manzana roja y jugosa en la mano y a su alrededor, esparcidas a por doquier le rodeaban más. Sin pensarlo me levanté y atravesé la cafetería rápidamente y me encontré junto a él, quien mordía una manzana roja como la sangre teniendo toda la pinta de ser dulce como la miel ¿Por qué nadie me había dicho que había otro humano en Wilmington High? Elevó su mirada, aún con los labios posados en la superficie de la fruta y mi cuerpo fue recorrido por un escalofrío. Sus ojos eran del color de la manzana. Tan rojos y fieros que pensé que me devorarían en ese momento. Me arrepentí de haberme acercado a él, e incluso retrocedí unos pasos, pero finalmente soporté el miedo cuando me dirigió una mirada amable, si es que esos ojos podían dirigir miradas amigablemente.
– Hola –, dije intentando mantenerme serena. Él apartó la manzana de su boca y sonrió levemente, parecía ¿adorable? –. Me gustaría saber donde puedo conseguir una manzana.
Su mirada se tornó sombría y agachó la cabeza continuando con su comida, la cual se veía más apetecible que nunca.
– Es que… –, intenté volver a la conversación, aunque parecía ignorarme –. No hay nada normal que pueda comer y tus manzanas tienen buena pinta.
Elevó su mirada, agarró una manzana y me la ofreció amablemente, mostrándome el dorso de su mano con la estrella de Satanás dibujada en ella. La cogí con cuidado y le agradecí su amabilidad. Me giré rápidamente y vi a toda la cafetería mirarme boquiabiertos, ignoré su extraño comportamiento y caminé hacia la mesa, con la mala suerte de chocarme con alguien. Me disculpé rápidamente, pero al reconocer su cara de zorra quise haberme mordido la lengua.
– Ariza –, dije admirando su perlada frente de sudor y sus patillas mojadas a causa de esto.
– No tengo tiempo para discutir contigo –, contestó tan “amable” como siempre (nótese la ironía) Le sonreí con asco y ella marchó hacia la terraza, descalza. Asombrada, la seguí con la mirada: cojeaba notablemente, llevaba los tacones de aguja en una mano y con la otra forcejaba con su chaquetita rosa de algodón, entonces se quitó la camisilla blanca y cuando ya estaba en la terraza y le quedaban escasos metros para llegar a la piscina de las sirenas estaba en ropa interior. Sus amigas la observaban sorprendidas  y todos en general estábamos absortos; se lanzó a la piscina y su cola violeta azulada se comenzó a ver. Contemplé la escena un poco más, admirando como las demás se acercaban a ella, y decidí que volvería a la mesa. Me senté al lado de Jannette, mirándome boquiabierta y con los ojos como platos me dio un golpe en la cabeza.
– Aún recuerdo tu cara de espanto cuando te dijimos lo que éramos y vas toda tranquila y te acercas al ser más peligrosos del instituto –, habló ella en tono enfadado. Georg asentía con la cabeza. Me sentía como si mis padres me estuvieran regañando, aunque ellos se habían convertido en algo similar, siempre detrás de su hijita para protegerla.
– ¿Pero qué he hecho? –, dije dándole un mordisco a la manzana, como intuí, era dulce.
– La próxima vez que quieras ir a pedirle algo a alguien has el favor de preguntarnos –, añadió Georg molesto. Observé a mis amigos con confusión, no obstante, tenía algo de culpa, me abrían cogido cariño y ahora se sentían algo unidos a mí.
– ¿Qué es? –, pregunté admirando su rostros serios mordiéndola nuevamente. Y entonces la seriedad del rostro de Jannette adquirió un tono lúgubre.
– Nadie sabe que es –, dijo a la vez que un escalofrío recorría mi cuerpo.
– Gustav, es el único ser de este instituto del cual hasta el mismísimo director Kern desconoce su naturaleza –, habló Georg. Mi corazón se aceleró y mi estomagó se calmó pasando de la hambruna al asco, haciéndome repeler la manzana de mi mano como si estuviese podrida.
– Los demonios dicen que no tiene alma…
– Los vampiros dicen que su sangre es insípida, aunque creo que no tiene sangre…
Observé como la manzana era devorada por el chico, cada vez que sus labios finos pero rosados llegaban a contactar con la piel de la rojiza fruta pareciendo un acto lascivo pero a la vez natural; mi cuerpo se estremecía de horror.¿Qué eres Gustav?
– No te acerques mucho a él –, dijo Georg –. Gustav es muy raro.
– Mentira –, dijo una voz procedente de detrás del chico, y movió sus cabellos rubios con un zarandeo de cabeza –. No soy raro sólo diferente.
Georg se giró rápidamente y se encontró con el chico mirándole con ojitos tiernos, era tan adorable, pero a la vez tan alarmante, resultaba mono y me daba pánico a la vez era una combinación entre querer desesperadamente abrazarle y no querer ni estar en su campo de visión. Georg le miraba con espanto, estoy segura de que debimos decirle algo cuando empezó a acercarse.
– Mañana te enseñaré donde encuentro las manzanas –, dijo antes de irse, engullendo una manzana entera; aún no sé como su garganta pudo soportarla.
Los tres nos miramos, pero fue Jannette quien rió primero, para luego reírme yo con ella
del ridículo que había hecho él.



Salía de la ducha tras un día  agotador, las clases transcurrieron a un ritmo normal después del almuerzo, pero eso no restaba lo eterno que se me había hecho el día. Pasé las últimas horas de sol en la biblioteca entre libros y miradas acosadoras por parte de mi vampiro favorito, me hubiera encantado estar presente después de que mi tía se lo llevase.
Coloqué con dificultad la toalla sobre mi cabello, y rodeé mi dorso con una toalla. El baño estaba totalmente vacío, era la única idiota que esperaba a que todos terminaran para ducharse, pero es que estando en la residencia de mezclas aún no sabía qué podía encontrarme. Caminé sujetando las gasas y el desinfectante, los cuales había hallado en el botiquín de la pared del fondo y necesitaba para la cicatriz del pacto; los dejé encima del lavamanos y limpié el cristal empañado por el vaho. Abrí el paquete de gasas pero un ruido procedente de detrás de mí me detuvo en la acción haciendo que me girase rápidamente sobresaltada. Lo había escuchado del fondo del pasillo de las duchas, aunque este estuviera totalmente desierto el sonido de unos pasos se escuchaba como si alguien estuviera danzando tranquilamente por el corredor. Coloqué la gasa en el muro de mármol blanco y caminé por el pasillo, el ruido de un caminante invisible se repitió y quise salir corriendo en ese instante. Avancé lentamente, paso a paso cada vez faltaba menos para llegar a la última ducha y el ruido incesante de unos zapatos parecía proceder de ahí. Coloqué mi mano en la puerta y empecé a empujarla lentamente intentando ver el interior de éste lo antes posible; vacío y seco se encontraba la última ducha, el sonido de un pié agitarse de nerviosismo golpeando el suelo me indicó que estaba la ducha de en frente; el sonido me estremeció aún más que cuando vi los colmillos de Bill por primera vez. Avancé con el corazón en la boca, provocándome un bonito nudo que me iba ha hacer llorar. Imaginaba a una figura quieta, con un pie quieto y el otro golpeando el suelo, esa señal de impaciencia que mi madre acostumbraba a hacer cuando mi hermano y yo tardábamos en bajar.
El ruido sonaba nítido tras la blanca puerta y temí por mí, palpé la superficie de plástico con la mano tan temblorosa como la superficie de un río. Me agaché para observar si era cierto o todo era mi imaginación, y observé por el hueco entre la puerta y el suelo, unas botas oscuras detrás de la puerta. Tenía que hacerlo, tenía que poner fin a la incomodes de la situación; empujé la puerta y el sonido había desaparecido quedando sólo mi reflejo asustado en los azulejos. Retrocedí con temor y colisioné contra la persona que me aguardaba a mis espaldas. Elevé la mirada y sus colmillos asomaban por su boca sonriente, parpadeé intentando demostrarme a mi misma que no estaba ahí, pero él seguía sonriente e irónico. Me separé de su cuerpo e intenté alejarme de Bill todo lo que podía; fue en vano, al instante su rostro estaba a centímetros del mío.
– Tú y yo tenemos un trato –, dijo en tono jovial, y acto seguido se pasó la lengua por sus carnosos labios. Le miré asustada; eran del color del sol, tan amarillos que daban asco y a la vez creaban un efecto hipnótico que conseguía mantenerme abstraída, como si todo lo de mí alrededor fuese un vacío y a lo único que podía asirme era a él. La hora de pagar el trato había llegado y las opciones eran escasas.
– Entrégate a mí cariño –, dijo él en tono lúbrico. Me encogí como un pequeño y putrefacto bicho esperando ser rescatada, pero lo cierto es que sólo me tenía a mí. Una alocada idea cruzó mi mente a la velocidad de la luz y supe que era ahora o nunca.
– Apártate de mí pervertido, asalta cunas, viejo verde –, grité. Se apartó de mí con cara de confusión, momento que aproveché para huir aunque no sirvió de mucho porque en l oque mis pies luchaban por alejarse de él, su figura ya me cortaba el paso.
– ¿Qué pretendes? –, preguntó con malicia intentando inmovilizarme. Pero en aquel momento ocurrió algo el cual no tenía previsto, más bien, en ningún momento pensé que pudiese suceder; la toalla se escurrió por mi mojado cuerpo  hasta caer al suelo. Sus mejillas se volvieron rojas como las cerezas, se giró y colocó sus manos en la cara, supuse que muerto de vergüenza, al igual que yo. Pero ese momento no podía ser desperdiciado, salí lo más rápido que pude cogiendo la toalla de milagro. Corrí hasta el final del pasillo y cerré la puerta tras mí, bloqueando la puerta con la silla. Aquí estaría segura, el director se molestó en procurar que nadie entrase con la ayuda de unos conjuros de brujas. Vestí mi cuerpo con una amplia camisa que se hallaba en la silla, pero al girarme no conté con encontrar la ventana abierta, y a él en mi habitación.
– Buena táctica, pero no lo suficiente buena –, dijo clavando sus colmillos en mi yugular. 


Nota de la autora: Bien, espero que se queden resultas todas las dudas, si no les responderé encantada. Llegados hasta aquí, debo preguntar si como lectoras que son les parece bien este principio o cuando lo edite debo hacerlo en plan tradicional con la llegada de ella y vamos menos retroceso al pasado y algo más lineal. Es que yo como escritora sé lo que pasará. Espero que les guste.xD     

4 comentarios:

  1. Holaaa, a mi me ha gustado mucho el capitulo, y creo que aclara bastante las cosas.
    En cuanto a aconsejarte sobre la estructura de tu historia no estoy muy segura, lo normal es hacerlo de manera lineal, pero yo no sé si aconsejarte eso, habrá a quien le gusta más, pero a mi como escritora me gusta experimentar y me encanta una historia que estoy escribiendo en la que hago continuos saltos.
    Es tu decisión, yo creo que con este capitulo se aclara, pero tu debes decidir.

    Bueno, suerte y hasta que publiques otro capi.

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  2. ¿Que si me gusto?...¡¿Me preguntas eso?!


    ¡Me ha encantado!

    Eso si, el pobre de Gustav quedo con una muy fea pinta de malo, pero bueno, el grupoti ya esta saliendo por si solito...

    ¿Que pretendia hacerle Bill?...¿Era algo respecto a lo que estoy pensando?...¿Era algo que tenia que ver con "Sexo?....¡Ay, no!....

    Mi lindo novio queda como el perver, ademas de un sexy vampiro todo salvaje, pero bueno!, eso lo refleja siempre.... Y como encanta...



    ¡Muy bueno el capitulo!



    Espero el siguiente pronto...


    ¿Que pasara? Eso me dejo una espinita...


    Besos!




    S.K

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  3. noo soloo me gustoo me encantooo estuvo geniall vas muyy biienn amee el cpaitulo...me gusta tanto que sea largo ahhh peroo tienes que subir prontoo porfavor.... besos y cuidatee nos vemos en el proximoo ;)

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  4. Me ha encantado el capitulo...
    en mi opinion pues estoy acostumbrada a leer historias que no tienen de repente saltos al pasado y cosas así pero de igual forma la historia me tiene atrapada y me gusta... será tu decisión si le cambias la forma de redactar por mi esta bien asi.

    Con respecto a Gustav... pues siendo sincera me dejo muy intrigada tal parece que es el chico "malo" pero tiene un fachada de "bueno"!!! Espero que se conosca más de él!!!!!!!

    Lo último estuvo... WOW!!! Bill aahh Bill..."entregate a mi" dijo??? WOW!!! Lastima que sea a mi parecer "malo" pero quien sabe? tal vez más adelante nos sorprendas...Besos! y hasta el siguiente (:

    PD.ya quiero que sea miercoles!!!!

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