domingo, 12 de junio de 2011

Medianoche entre extraños - Capítulo 1º




Medianoche 1. La casa número cinco.  

Abrí la verja negra con cuidado, y subí los cinco escalones hasta la gran puerta tras haber recorrido un inmenso patio lleno de hojas muertas. Observé una placa de metal que yacía a un metro de la puerta y leí claramente (V, Wilmington High School) estaba salvada, esto era una residencia de estudiantes, pero no recordaba quienes vivían en esta zona, la más alejada de las cinco residencias y la última. Titubeé en si hacerlo o no, pero mis brazos entumecidos por el frío y sucios por el lodo no lo pensaron tanto. Toqué la puerta con cuidado, estaba desesperada, y me daba igual quien estuviese tras esa puerta, sólo quería ayuda y que me guiarán al instituto. Esperé paciente a que abrieran, y toqué nuevamente rezando porque alguien se apiadase de mí.  Volví mi mirada hacia el cartel de metal oscurecido y algo oxidado por la lluvia e intenté recordar el plano, ¿cuál sería esta residencia? Un chirrido sonó tras mía indicándome que alguien se había decidido a abrir, y me giré rápidamente para ver quien era.
– Pero mira, si me han traído el desayuno a casa, ¡qué bonito! –, dijo sarcásticamente con ese tono de voz tan arrogante con el que siempre se dirigía a mí –. ¿Por qué hueles tan mal? –, añadió moviendo la nariz como si fuese un conejo asqueado.
– Hola Bill –, dije tristemente –. Necesito tu ayuda.
Bill me miró divertido, se acercó a mí y me olfateó, se volvió a distanciar con una gran sonrisa que mostraba sus largos colmillos.
– No me digas, ¿de verdad las sirenas lo han hecho? –, dijo entre carcajadas –. Pensé que era una broma.
Le miré con desprecio. ¿Todos lo sabían o qué? El sonrió gustoso y entonces me dejó pasar. Cerró la puerta tras mí y me miró pidiéndome que hablase.
– Sólo quiero ayuda, que te compadezcas de mí, no puedo humillarme así ante todo el instituto –, dije con la ira carcomiéndome por dentro ante tal humillación. Él volvió a mostrarme su sonrisa que se fue anchando a medida que pensaba como joderme.
– Entonces, hagamos un trato –, respondió sin más, yo asentí rápidamente mientras el sonreía irónico alzando su mano para que la estrechara, le miré con la ceja lazada, pero poco me importó y mi mano fue directa a encontrarse con la suya. Cuando sus dedos fueron a rozar los míos lo apartó y me miró con asco  –. El baño está al final del pasillo, por favor lávate bien –, dijo antes de marcharse. Le observé subir las escaleras, moviéndose en pasos lentos y delicados, como si fuese un modelo desfilando por la pasarela, pero a la vez con un aire algo ¿tétrico? Seguro sería esos colmillos que asomaban siempre por su boca, como si viviese en un eterno Halloween, sí, esa había sido mi semana de clases en un continuo carnaval. Él había desaparecido por las escaleras, y yo aún contemplaba el alto techo; todo estaba iluminado con velas blancas, los candelabros que las portaban se extendían por doquier al igual que la cera derretida por el piso, las grandes cortinas rojas tapaban las dos ventanas principales de la casa, sin dejar pasar un mísero rayo de luz dentro. Dos puertas dobles se extendían por la pared derecha e izquierda ambas cerradas y aunque las ganas de abrirlas me estuvieran llamando, busqué el pasillo que me había nombrado y al lado de la escalera se extendía ese pasillo que tendría que cruzar. Caminé rápido al escuchar el ruido de unos tacones en la planta alta y miré inmediatamente hacia arriba una vez estuve bajo el hueco entre la escalera lateral que formaba el pasillo, vi su sombra detenerse ante la barandilla de madera y su reconocible figura marcada en la alfombra persa daba la impresión de que podía mirarme incluso su sombra. Con la mano en el pecho y otra sujetando mis labios caminé lo más rápido posible a la última puerta, donde el baño se hallaba ante mí, cerré la puerta lentamente, y tardé unos segundos en recomponerme del susto. No debo olvidar que al fin y al cabo estoy en la peor de las residencias. Cerré la puerta con llave, aunque no sabía si realmente esto podría detenerles, y pasé a mirar el baño. Dejó de importarme lo demás, ahora solo quería quitarme estas andrajosas ropas y ponerme esa bata tan adorable de color negro que colgaba del saliente de unas duchas.

***

    Él día de mi matriculación, mí tía pasó casi una hora en el despacho del director Kern, mientras, yo no tuve otra opción que esperar  que ella me llevase de vuelta a casa. Recuerdo lo impactada que quedé con la cristalera; vidrios de diversos colores se formaban en lo alto de la puerta principal con la W en rojo cereza; la luz del sol hacía que se marcase en el suelo de tono beige, haciéndome pasar la mayor parte del tiempo mirando el suelo. La secretaría, que se colocaba en medio del recibidor siendo lo primero que veías al entrar, estaba vacía, y aproveché para registrar los folletos y mirar el primer plano del centro, – que perdí el mismo día –, para admirar cómo de grande era el sitio. Siete páginas para explicar perfectamente cada una de ellas. Al principio no entendía nada, bueno algunas cosas, otras no encajaban en un sentido normal. ¿Por qué  había dos residencias estudiantiles perdidas por el bosque? Si parecían marginados los pobres. A los primeros días de cursos comprendí que eran dos de las tres más grandes. Y una de ellas, la quinta y en donde me encontraba, alojaba a casi la mitad del alumnado. En ese momento un carraspeo se escuchó detrás de mí y le vi por primera vez, el primer alumno de la escuela que desde ese día sería mi amigo.
– Hola –, musité con el plano aún en las manos. Su cara estaba demasiado cerca de mí y esa sonrisa amable que solía esbozar cada dos por tres  se dibujaba en su cara, me infundió tranquilidad.
– ¿Qué haces tú aquí? –, preguntó sonriendo. Al principio quise pegarle por decir algo tan estúpido, ¿qué hacia yo en un instituto? Pero en realidad, era a mí a quien debían golpear por ingenua.
– Soy nueva –, dije –, vengo a matricularme.
Él rió, y no era para menos, luego se prestó a hacerse de guía por el instituto. Acepté, tal vez por aburrimiento o por hacer amigos, porque si iba a empezar un nuevo curso no pensaba pasarlo sola.

***

   Salí de la ducha con el albornoz negro cubriendo mi piel, y una toalla sobre mi cabeza, miré la puerta de madera, totalmente cerrada y el gran baño que había ocupado sólo para mí. Abrí la puerta lentamente asomando mi cabecita por el corto espacio, y pude admirar el pasillo oscuro y desierto. Salí totalmente del baño, y no pude ni dar cinco pasos cuando escuché una risilla perturbadora tras mí, una mano sujetó mi albornoz y tiró de él levemente. Me giré asustada y le vi riéndose.
– Bonito albornoz. A mí me queda mucho mejor –, dijo él –. Ponte esto, he tenido que hacer varios favores para conseguir ropa de tu talla –, añadió relamiéndose los labios lascivamente mientras alargaba su mano derecha donde portaba ropa oscura perfectamente doblada.  La cogí y le sonreí con asco, mientras él se estiraba aún más en la silla de madera de cerezo que se encontraba al lado izquierdo de la puerta del baño. Iba a volver al baño  cuando me agarró del hombro y tiró de mí hacia él nuevamente.
– ¿A dónde vas? Aún no hemos sellado el acuerdo  –, dijo en un tono serio.
Le miré atónita, no pensé que fuese en serio, de todos modos no le puse mucha importancia.
Agarró mi muñeca, apartó la tela y miró mi brazo perturbadoramente, pero no alcazaba a imaginar que pretendía. Alzó mi mano levemente y en lo que pestañeé sus colmillos ya se había hundido en mi piel, se separó de mí en una fracción de segundo y vi su sonrisa  que se volvía ha dibujar en su rostro, una sonrisa que jamás quise ver; con el color de mi sangre impregnado sus colmillos. Sus ojos brillaban de una manera  sobrenatural, aunque todo en él lo fuese. En aquel instante me arrepentí de haber puesto un pie dentro de esa casa. Agarré mi brazo dolorido que desprendía dos hilos de sangre lentamente, por los dos orificios de cinco milímetros. Levanté la mirada y en una mezcla entre odio y miedo quise partirle la cara y borrar esa sonrisilla desquiciante de su cara. Caminó alejándose de mí como si nada hubiese pasado, era incapaz de hablarle, de gritarle todo el odio que sentía en ese momento, que mayormente iba dirigido a mí por inocente. 
– La cocina está tras la puerta de la izquierda, hay café, sírvete tu misma –, dijo saliendo del pasillo lentamente –. ¡Tom! ¿No te parece que huele genial?  Mi mente se quedó en blanco al escuchar su nombre por primera vez.
– Huele, a sangre fresca –, contestó con una varonil voz que retumbó por la casa. Nunca le había oído hablar, su voz era tan terrorífica como su bella pero insondable y agria mirada que se clavaba en mí pocas veces, pero que siempre conseguía estremecerme.
Oí sus pasos aproximarse al corredor, miré mi brazo instintivamente encontrándolo sumergido en carmesí y entré con pavor al baño cerrando la puerta de un golpe y manteniéndome tras la puerta unos instantes intentando impedir estúpidamente que pasara. El silencio se hizo al otro lado cuando el sonido de sus botas militares se alejaron lentamente. Me dirigí al lavamanos a quitar de mi brazo la sangre que aún salía sin detenerse. Ahora si me arrepiento de lo que he hecho. Sequé mi mano adolorida, e intenté vestirme sin lastimar la mano aún más. Cuando habló del trato pensé en cualquier tontería, pero realmente sentía miedo de lo que fuese a hacerme y este ardor que aún recorre mi mano y la abraza constantemente me produce temor al no saber cuando finalizará.  Me observé en el espejo, vestida de negro, con el cabello rizado a falta de plancha alisadora y con una mano que parecía un jamón entre hinchada y roja aún con hilos de sangre, colgándome a un lado sin encajar totalmente con el resto de mi figura. El botiquín se hallaba en una esquina del baño, y sin ningún otro remedio envolví la herida en vendas con desinfectante, para así también no llamar la atención por el mordisco.  Salí del baño buscando desesperadamente a ese maldito vampiro. Llegué al centro del vestidor y grité su nombre con fuerza a lo que la casa respondió con su silencio. ¡Será cabrón! Pero la culpa en parte era de mi estúpida manía de confiar en los demás ¿Acaso aún no sabía dónde estaba? ¿Acaso se me había olvidado lo de anoche? ¿O es que no tenía nada mejor que hacer que meterme en líos a principio de curso? La puerta de la supuesta cocina se abrió y ella salió sonriente como muy pocas veces la había visto, con sus colmillos asomando por sus labios; eran más grandes que los de Bill y se notaba, pero nunca le puse importancia hasta ahora, siempre había estado protegida por la mirada de personas que podían socorrerme, ahora me hallaba totalmente indefensa como un ratón acorralado por un feroz gato.
– La pequeña humana –, dijo ella. Rebecca se acercó a mí, contoneando su cuerpo como si bailase  en una melodía producido por el apaciguado sonido de sus tacones, y mirándome con el mismo brillo sobrenatural que vi en la mirada de Bill.
– Sabía que estabas aquí, has manchado la moqueta. ¿Buscas al pequeño Kaulitz? –, preguntó. Asentí firmemente, intentando controlar mis emociones –. Acaba de irse –, respondió mientras rondaba a mi alrededor recorriendo mi cuerpo con su mirada de arriba a bajo como un halcón esperando para atacar.
– ¿Para qué le quieres? –, preguntó. Cada vez se acercaba más a mí y los círculos se hacían más pequeños provocando que pudiese notar su gélido aliento. Tomó mi mano izquierda, e hizo una mueca que pareció una sonrisa.
– La has cagado pequeña –, dijo ella  provocando que mi corazón se acelerara vertiginosamente –. Hay cosas que se deben de tener en cuenta cuando vives rodeada de vampiros –, añadió acariciando lentamente mi antebrazo –. Nunca dejes que te usen como sustento, ni se te ocurra tener sexo con ellos y bajo ningún concepto hagas un pacto porque violaras las dos primeras advertencias de una sola vez, y además de regalo viene incluida mantener al humano con el que se ha hecho el trato bajo hipnosis cuando el vampiro lo crea oportuno.   Sus palabras resonaron en mi mente como el estallido de unas bombas, sentí las lágrimas venir y mi cuerpo temblaba levemente.
– Eso es todo, pero míralo por el lado positivo –, dijo soltando mi mano –. Al menos es Bill, el pobre siempre ha sido un poco más flexible en sus tratos y se cansa rápido. Con quien tiene que tener cuidado es Tom, ahí si que la habrías cagado.
La vi salir fuera de la casa, y mi mirada se quedó en la puerta cerrada, temiendo el día en que Bill viniera a cobrarse su parte del trato de la forma de pago que quisiese. Salí de la casa, con ganas de matar a alguien con el  fuego del odio en mi interior por encontrarme a ese jodido vampiro. Su sonrisa me esperaba al final de las escaleras, tras unas Ray-Ban oscuras de montura negra. Me detuve en el último escalón donde al menos pudiese mirarle desde una postura más digna y no a un metro setenta del suelo, cuando él me sobrepasaba varias cabezas. Le propiné una bofetada, era justo, el me engaña yo le pego. Su sonrisilla afloró en su rostro como si nada y se tocó la mejilla.
– Que dulce cosquilleo.
– Era para darte los buenos días y agradecerte que me vayas a utilizar como una puta muñeca.
– Mira, si has hablado con Rebecca –, añadió separándose de la barandilla de mármol. Bajé el último escalón y me acerqué a él con furia.
– Selene, es parte de mi naturaleza hacer este tipo de cosas.
– Eso lo he descubierto.
– Mejor para ti –, dijo caminando lentamente, esperando a que yo le siguiese.
– No elegí venir aquí, y tampoco puedo irme.
– Bienvenida a Wilmington cariño.
La frase la había dicho en el mismo tono que Ariza, y me pregunté si esto no estaría siendo una cadena de bienvenidas poco amistosas para acabar fuera del instituto.




Aparté la venda de mi brazo, y los ojos de Georg se abrieron desmesuradamente al ver lo que escondía,  su
sonrisita que me había alegrado el día se borró en cuestión de segundos devolviéndome a mi estado de tristeza. Volví a tapar la marca al ver gente pasar a nuestro lado y entonces cerré la taquilla. Sus ojos verdes grisáceos me volvieron a mirar  con sorpresa y siguió can la misma frustración en el rostro hasta que habló.
– Se lo dirás a tu tía, ¿verdad? –, preguntó en un tono serio. Lo he pensado, eso es lo que había hecho durante todo el trayecto desde la residencia hasta aquí, mientras Bill intentaba guiarme entre la maleza. Me encontraba en un nudo de pensamientos, con un miedo que nadie podría deshacer, desprotegida ante todos ellos, adolescentes oscuros que compartían físico humano pero una naturaleza peligrosa.
– No, prefiero cellar el trato y dejarlo como un mal recuerdo –, dije caminado junto a él –, ¿sabes lo de las sirenas? –, pregunté. Pero su cara de interrogante me respondió.
– Digamos que no pasé una noche agradable en el embarcadero abandonado.
– Selene –, dijo en tono melancólico observándome desde una mirada baja –. ¿Por qué ellas y no otros?
– Si supiese porqué, no estaría con dos agujeros en el brazo.
El timbre sonó y  fui en busca del aula de biología, Georg me dejó ante el aula 3.8 y siguió caminado hasta la siguiente aula desapareciendo por la puerta. Tomé aire y entré para sentarme junto a la ventana de la primera fila, el profesor aún no había llegado y los alumnos aún entraban. A mi alrededor quedaban sitios libres todos parecían evadirme con la mirada, puse mis ojos sobre el cuaderno y empecé a hacer bocetos de cualquier objeto, intentando pasar el menor tiempo posible pensando. El segundo timbre sonó y la clase seguía sin tutor, haciendo que las voces de los alumnos siguieran sonando. Ariza entró por la puerta y se sentó a mi lado me miró de reojo y yo le sonreí.
– Hola Ariza –, dije con arrogancia –, ¿qué tal has estado?
Me miró perturbada y se limitó a asentir. Para cuando iba a hablarle el profesor entró por la puerta. La clase transcurrió lenta, pero es que me encantaba la biología, era tan interesante, que pena que se tuviera que estudiar para examen, sino sería mucho mejor. La siguiente clase, para mi suerte dibujo artístico, transcurrió más ágil que la anterior y así hasta que pudimos salir. Él me esperaba junto a Jannette en la escalera, era raro porque siempre estaban en la cafetería hinchándose a comer. Me miraban con preocupación.
– ¿Qué pasa ahora? –, dije con temor. En sus caras se dibujó la confusión.
– Nos sentimos culpables –, dijo Georg. Les miré con una ceja alzada.
– Él se siente culpable por todo, yo solo por no haberte informado de qué debes evitar, aunque tampoco he tenido tiempo –, habló la chica.
– ¿Podemos dejar la conversación? No quiero seguir pensando en esto –, hablé en tono melancólico. Sus manos sujetaron mis hombros y me giraron cuando intenté huir de ellos caminando con más rapidez hacia la cafetería. Nos detuvimos en medio del pasillo interrumpiendo el transito de alumnos y les miré con preocupación.
– ¿Sabes en el lío que estás metida? –, dijo Georg. Yo negué lentamente y quise rehuir de su sermón paternal diciéndole que esto terminaría pronto, a la vez que me intentaba convencer a mi misma.  La cafetería estaba avasallada de gente, la cola para conseguir mi comida era kilométrica y solo pude coger una bandeja para mirar que servirían hoy. Ellos fueron a encontrar sitio en alguna mesa, mientras yo miraba con curiosidad la carne de vaca rebosante de sangre entre la comida más “normal” como por ejemplo las algas y moluscos  vivos. Avancé en la cola hasta el final, tras ver todo tipo de alimentos y decidir que hoy tampoco comería, me detuve ante la nevera y busqué una botella de agua, una simple botella de agua que era tan difícil de encontrar como una aguja en un pajar, todas contenían sal  y el error del primer día nunca más lo volveré a cometer.  A un lado, una nevera de tapa opaca, parecía poder guardar alguna botella que fuera bebible; deslicé la tapa y contemplé con horror y asco el contenido oculto, una mano pasó ante mis ojos y agarró uno de los envoltorios transparentes que mostraban el interior rojo, me dirigí tan rápido a mirarle que hasta me dio mareo, y era él, clavándome la mirada como cuchillas mientras se relamía los labios con hambre.  


Nota de la autora: Debo decir que no estoy especialmente orgullosa con el final, no me quedó tan misterioso como me hubiera gustado, pero quedó bien. Tengo que añadir, que lo de recordar sucesos pasados o flashback, es algo que nunca me ha hecho mucha gracia ya que detiene demasiado la narración y la deja como pausada lo que ocurría antes, bien, para que no se líen con esto podré asteriscos(***), tres más bien. xD
De todos modos, esto se terminará pronto, espero que les haya gustado y sea buena o mala den su opinión. ^^ 

8 comentarios:

  1. komo q no le entiendo muy bn xD

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  2. esta interesante solo que me perdi con lo de las sirenas y me gusto mucho lo del pacto y las advertencias eso le da un toque mas misterioso y oscuro.

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  3. D: Eso es malo.

    Releyendo el capítulo he visto que evidentemente te pierdes en los saltos al pasado porque no se aprecian bien al haberlo cambiado de letra y to eso T_T Para que no pase pondré asteriscos para señalizarlo ( * ) De todas formas, al principio es normal que se líen en un poco, porque todavía no se ha dado mucha información.

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  4. ¡Wooooooooooooooooooooooooow!


    Bastante bueno este primer capitulo, muy, muy bueno. Y si, un poco lioso, pero para mi no con los flashback, sino con eso de Bill y la maleza, hasta que despues supe que era George. Aunque de hecho no hay mucho pierde...

    ¿Moluscos vivos?...¡Que asco!...¡Guacala! Solo de pensar ya me dieron escalofrios...

    ¿Mis lindos novios son vampiros? ¡Ay, mi vida!...

    ¡Si, ya me acorde!...

    No entendi muy bien eso del pecto, la hipnosis, el sexo y tenia ooootra duda...¿Es una escuela de sirenas y vampiros, o como?, porque, por lo que me di cuenta, en la %ta casa hay vampiros...

    Soy muy preguntona :D


    ¡Buen capi!

    ¡Besos!



    S.K

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  5. ¿Te puedo dar un consejo?...


    ¿Porque no haces un poco mas ancha la columna, y asi queda mas abierto?...Porque, al menos en lo personal, me marea ver tan poquito espacio y muchas letras...Bueno, en mi humilde opinion...

    Espero no te moleste...


    Besos!

    *Ahora si, ya me voy :P


    S.K

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  6. ¡¡¡WooooW!! *O*
    Me encanto el capítulo y el prologo, estuvo muy bueno...
    Al principio mucho no lo entendí, pero a medida que iba leyendo, lo comprendí en seguida...
    Me re encanto esta buena la historia, subo pronto por favor...
    Besos!!!

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  7. Comprendo que nos cueste entenderla en un principio, pero es que sólo son dos capitulos, carecemos de información. No obstante, consigues muy bien crear el misterio y las ganas de saber más sobre ese pacto con los vampiros y la personalidad siniestra de Tom.

    Espero que publiques pronto^^

    Besos

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  8. Demasiado misteriosa la historia... como muchas dicen yo tmbn estoy algo confusa pero espero que se arregle conforme pasa la historia..
    Y por dios!! "ELLOS" vampiros??? GENIAAALL!!!!!!!!!

    Por cierto esa escuela es algo asi como "sobrenatural" me refiero a sus estudiantes... al parecer Selene esta rodeada de muchos estudiantes un tanto NO normales XD jajaja

    Besos (por cierto asi veras mis comentarios de extensos XD ese es mi defecto jajajaj)

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