domingo, 3 de julio de 2011

Medianoche entre extraños - Capítulo 4º


Medianoche 4. Un gato con nombre de perro.


El director Kern me guió hasta la segunda planta de la tercera residencia: también de mezclas, conocida como la residencia interracial al estilo más extremista, ahí te podías encontrar desde algo tan peculiar como Georg a algo como mi futuro compañero de habitación. Había pasado de una habitación solitaria a convivir con una persona del sexo opuesto. Que largos se me iban a hacer estos cuatro meses de reformas.
Conocía a la perfección la II residencia, donde mi habitación había sido preparada para mí especialmente: además de dormir sola y sin ningún compañero extraño; ésta tenía dibujada la estrella en la puerta (supuestamente para ahuyentar a los malos espíritus) dientes de ajo en cada esquina (por precaución a los vampiros) aunque ya sé lo “efectivo” que resultó ser, además lo habían embadurnado tono de agua vendita, sin embargo nada  impidió que Bill y Ariza me atacasen. Lo cierto, es que estaba muerta de miedo, la inseguridad viaja conmigo como una mala compañera y se asegurase de que tomara malas decisiones; pero no estaba en posición de ir contando libremente quién se metió en mi habitación a altas horas de la noche para agredirme, era un caso de bulling extremista, y siempre pensé que sería lo bastante valiente como para denunciarlo, ahora veo lo complicado que es. No la he visto desde anoche y temo el instante en el que sus ojos aguamarina se crispen y decidan eliminarme y sólo me queda rezar porque esté alguien delante y se apiade de mí para hacer justicia.
– La habitación 14 es muy bonita –, dijo el director amablemente. Él me acompañaba por miedo a que me perdiera, pero yo sabía que no se fiaba del resto de sus alumnos –. Tiene unas vistas espectaculares.
Le miré con desgana fingiendo una sonrisa de amabilidad, abrió la puerta  y me dejó pasar, en su mirada noté algo de inseguridad pero supongo que era normal tras el primer conflicto serio entre alumnos desde hacía tiempo. Se despidió formalmente y me dejó a merced de una estancia que olía  tan mal que hasta me entraron nauseas. Corrí a abrir la ventana y dejé un poco de aire fresco ventilar la olorosa habitación, sentí asco al identificar cual era ese hedor; unas latas de sardinas se encontraban esparcidas por el escritorio, pero no sólo por él, en cualquier rincón encontrabas  latas de pescado. Abrí un poco más la ventana dejando que el frío de la mañana rozase las mejillas, eran las seis había madrugado más de lo habitual para instalarme un poco en mi nuevo dormitorio, pero aún ni siquiera había terminado de colocar mis cosas en la antigua habitación cuando me sacaron de ella a la fuerza, a pesar de todo lo perdido con la inundación.
Escuché un murmullo  procedente de mi derecha y observé una pila de mantas agitarse entre murmullos y leves gemidos. Me alejé atónita. ¿Cómo no me había dado cuenta de que no estaba sola en la habitación? Iba a marcharme sin decir nada, evitando una situación un tanto embarazosa, cuando dos brazos apartaron las mantas que residían sobre él y pude ver una cabecita llena de rizos castaños asomarse entre las sábanas blancas y mantas color canela, me observó con los ojos legañosos y la boca entreabierta y entonces sonrió levemente.
– Hola –, susurré intentando romper el silencio. El contestó en un susurro más bajo que el mío y se sumergió nuevamente en su mar de mantas.
– Soy Selene –, musité esperando saber el nombre del chico, quien volvió a sacar la cabeza graciosamente, haciéndome sonreír al ver una cabeza “flotante”  entre tantas mantas.
– Robbie –, murmuró bostezando a la vez que enseñaba sus colmillitos. Los observé con pánico, pero la calma volvió a mí al instante de recordar dónde se encontraba la residencia de los vampiros. No sabía qué era, pero parecía adorable, sus ricitos de caracol me recordaron al cabello de Mika, sí, ese cantante inglés; y sus ojitos olivo me infundían tranquilidad. Me volví calmosa hacia mi nueva cama, y me tendí sobre ella sin ganas de ponerle las sábanas limpias, dejando a mi compañero dormitar la media hora antes del comienzo de las clases. Vi su cabeza  ocultarse nuevamente y resoplé al saber que tendría que salir de la habitación, que aunque hedía a pescado enlatado me parecía mejor que el profesor Moore a primera hora. Extrañamente no quería contarle de quién se trataba el vampiro del pacto, si lo hacía, Bill sería expulsado del instituto, a pesar de que no lo haya afirmado era lo justo por desobedecer una norma del instituto, sin embargo no quiero eso para él, aunque me quitaría un gran problema, ahora que ya había finalizado el trato y sólo tenía que romperlo no me parecía tan peligroso. 






Ellos no me quitaban la vista de encima, eran mis nuevos guardaespaldas y si después del primer incidente ambos me seguían a todos lados ahora no tenía espacio para respirar, había momentos en el que lo creí excesivo,  pero tras mirar a Cinthia a los ojos sentí un fuerte impulso por agarrar la mano de Jannette. Cinthia siempre ha sido la persona a la que he mirado después de Ariza, no destacaba tanto como ella pero era de esperar que fuera su mejor amiga y supongo que mantendrían el mismo odio hacia mí. Jannette me condujo a mi primera clase: física y química, dónde el profesor Moore aguardaba pacientemente a que le diera una respuesta. La chica me dejó junto a la entrada a la sala y marchó junto a Georg a biología, me giré para admirar a la clase removerse por toda el aula y tomé asiento lo más atrás posible, pretendiendo que sus ojos no alcanzaran a verme  y me dejara marchar al final de clase sin darle explicaciones. Caminé rápidamente hacia la parte trasera y me senté en la cuarta fila al lado de Robbie que aún dormitaba  sobre el pupitre, él abrió los ojos con pereza y rascó su cabeza con delicadeza, y entonces mis ojos se abrieron con brusquedad al ver como uno de sus ricitos de caracol me dejaba ver una cosa anaranjada y peluda, mi mano salió disparada hacia esa cosa y tiré un poco de ella a lo que el chico respondió con un gruñido, me miró confuso y algo molesto y entonces vi que de lo que estaba tirando era su oreja las cuales estaban en la parte superior de su cráneo y no a los lados. La solté suavemente y aprecié esos tonos tan peculiares, naranja oscuro y negro y su forma  terminada en punta. Me sonrojé de vergüenza y le pedí disculpas el sólo se durmió, no me podía creer que acabase de tirarle de la oreja.
– Buenos días alumnos –, irrumpió la adusta voz del profesor a la vez que depositaba su maletín de cuero marrón en la mesa. Mi libro y la puerta se abrieron al mismo tiempo y Cinthia entró sentándose justo delante de mí y dedicándome una muestra de desaprobación mientras sus ojos se volvían violeta oscuro. Sirenas y sus miradas multicolores. Le dediqué una sonrisa amable y ella se giró dejando caer sus libros en la mesa que cayeron con un sonido pesado.  
La voz de ese maldito profesor sonaba por el aula, en silencio sus alumnos como corderitos escuchaban su lección aunque yo sólo podía mantenerme interesada por las orejas felinas de Robbie y una disputa con mi profesor de física para que no se lo dijera a mi tía. Era extraño, porque pensé en decírselo y ahora que podía, bueno, más bien me obligaba; me acobardaba, no quería eso para él, tal vez pudiese llegar a sacarme de quicio su sonrisa sínica y cuando su mirada se volvía fría y punzante como una espada, pero no merecería la expulsión.
Su manó se elevó en mi dirección y mi corazón salió disparado de mi pecho, o casi, porque sentí eso cuando su voz sonó en forma  de pregunta sobre algo de la ley de Charles.  No supe si responderle, pero tampoco sabía con exactitud si era a mí y opté por el silencio.
Cinthia respondió, en aquel momento mi corazón se relajó, él aprobó su respuesta y mi barbilla bajó a encontrarse con la madera de la mesa y continuar quemando mis neuronas en una batalla imaginaría entre el Sr. Moore y yo.
– Señorita Russell –, dijo él  –.  No se esconda, la he visto y tengo que hablar con usted.
Sentí mi cabeza estallar en mil pesados y ahora era cuando la batalla se convertiría en realidad y era decírselo a mi tía y decepcionarla profundamente o dejar al profesor hablar y decepcionarla aún más al no poder dar la versión origina de los hechos.
El timbre llenó de ruido la clase y los alumnos corrieron a la salida como antílopes asustados, no tardé en estar frente a mi profesor, tras haber hablado con Robbie e intentar que la conversación con aquel hombre tuviera lugar en otro momento, pero de nada sirvió porque el no tenía clase la siguiente hora, y el muy cabrón tuvo que decirle a mi profesora de literatura que faltaría a su clase.
– Dígame profesor –, hablé rendida tras una batalla ganada por el Sr. Moore de mi cabeza.
– Insisto –, comenzó a hablar –, deberías tratar este asunto, el directo Kern
tampoco es principiante en una situación así, sabremos que hacer.
– Pero no veo la necesidad de llevar esto a algo tan alto –, intenté decir, pero las palabras fluían por mi boca con tan poca convicción que resultaba hasta penoso.
– Perdone, pero no tiene ni la más remota idea de lo que está diciendo. Le ofrezco la posibilidad de librarse de lo que será el mayor peligro de su vida. Un vampiro con poder de entrar y salir de su mente como quien gira la llave en la cerradura de una puerta.
Observé como su tono se elevaba a medida que argumentaba qué debería hacer y sólo pude pensar en como odiaba la situación y cómo deseaba volver al pasado.
– Pero es que no quiero que le expulsen –, grité en una cóctel de pena y furia.
– Si lo hago yo usted también será echada de este centro educativo por encubrir al vampiro.
Mi mente cayó en un vacío, todo daba vueltas a mí alrededor y sentí la necesidad de apoyarme sobre la mesa  del profesor. Si me expulsaba mi tía iría conmigo, no tenía a nadie más con quien vivir y ella se vería obligada a dejar de impartir clases para hacerse cargo. Mis ojos se cuajaron de lágrimas y me alejé de él hasta el marco de la puerta cerrada, tambaleándome.
– No hay derecho –, me quejé.
– Esto me duele tanto como a ti, Selene. Él no te quiere.
Me giré atónita,  todavía pretendido asimilar la última frase. ¿Realmente creía que lo había echo por amor? Reí por no gritar o golpearle en su cara de cerdo y es que tenía gracia el asunto.
– No todo gira en torno al amor  –, dije sorprendida, aún no podía ni hablar con semejante río de lágrimas –. Lo hice para sobrevivir.
Me giré enfadada, frustrada, y con ganas de derrumbar la puerta y salir gritando del aula como si estuviese loca. Pero me abstuve abriéndola como una persona normal y sin estrés.
– Una semana –, dijo él. Y cerré la puerta de un sonoro golpe que retumbó por todo el pasillo desierto.  Encerrada en el baño, lavé mi cara con agua e intenté quitar las manchas de rimel de mis mejillas. O por favor, que alguien saque un saco de boxeo porque tengo que pegar a alguien. Permanecí quince minutos más hasta que pude salir sin parecer un tomate y me encaminé hacia el ascensor, con la rabia ardiendo en mis venas, en dirección a  la planta menos uno, lugar donde Bill, con quien tendría que mantener una seria conversación, estaría rodeado de más chupa sangre sin escrúpulos que a la mínima no dudarían en penetrar mi yugular y dejarme sin una gota de sangre. La planta menos uno, era la zona de los vampiros, y estaba especialmente diseñada para que ni un solo rayo de luz pudiese tocar su piel de bebé, y sólo salían de ahí para ir a la cafetería o a algunas clases donde el sol no les diera. El ascensor se abrió y me dejó en un corredor desierto  y silencioso, donde la luz artificial era lo único que iluminaba, y era poco. Me aproximé un solitario banco, donde tendría que pensar cómo hablar con Bill, cómo soltarle el tema y acatarme a las consecuencias. ¿Pero qué consecuencias? Si esto era más culpa suya que mía. En aquel momento, fue cuando me di cuenta de que no sabía cómo iba a encontrar a Bill en este sitio, ni si quiera sabía donde estaba su clase. De todas formas, lo importante realmente era solucionar este lío. Planteé posibilidades, pero eran tan absurdas que hasta provocaban risa y es que mi cerebro estaba, por lo visto, en modo off  y lo único que deseaba en estos momentos era hallar el semblante egocéntrico de mi “querido amigo” vampiro e intentar buscar con un cerebro más, una solución.
Llevé mis manos a mis sienes que palpitaban de dolor y pretendí masajearlas para su alivio, pero para esto necesitaría una buena siesta y una pastillas de ibuprofeno. Me relajé en aquel banco de madera desgastada y decorada con nombres y corazones transportándome a mi antiguo instituto donde el mobiliario escolar era  también soporte de creaciones artísticas. Dejó de interesarme aquel banco y mi vista viajó por las sosas paredes blancas que mostraban el lado más cutre del Wilmington High, a pesar de los pilares barrocos que sostenían las plantas superiores. Una estantería de cristal se colocaba ante mí y yo con mi estrés ni me había fijado, me levanté para ver las fotos y admirar cursos de vampiros que habían pasado por la escuela. Un escalofrío cruzó mi cuerpo como una rayo, había ignorado todo estos años la verdad sobre el mundo en el que vivo, no solo hay humanos de diferentes países hay algo más, algo mucho más fuerte que nosotros. Y no pienso únicamente en vampiros. Esto me recuerda a mis creencias de cuando era niña y deseaba ser una bruja, y pensaba que si esos mitos existían era porque alguien los había visto de verdad. Y ahora sé que mi teoría no falló.
 Los cursos se remontaban al siglo XIX, este sitio ya debería estar construido desde antes, dándome una idea de cuantos siglos llevamos pensando que somos la raza superior, y que sólo algo externo a la Tierra puede llegar a ser una amenaza. Si supieran la realidad.
Unos pude divisar un rostro conocido en la foto de clase del año pasado y le vi a él tan serio y a la vez sarcástico… no había cambiado nada. Sin embargo la foto tenía un error porque a su lado, había alguien exactamente igual que él, otro Bill ¿Acaso photoshop? Pero algo me dijo que esos dos Bill tenían más que decir.
– Las cosas cambian –, dijo una voz varonil sacándome de mis pensamientos. Me giré rápidamente y vi sus ojos naranja, como de costumbre, pero esta vez más que influirme temor sentí melancolía. No me achanté y le planté cara mostrándome lo más valiente posible.
– Explícate –, pedí. Y apartándome con algo de brusquedad miró la foto  desde cerca. Se dio la vuelta y su mirada brilló en un tono bermellón. No tarde en comprender que el otro Bill era él provocando que los vellos de mi nuca se erizasen.
– No pensé que fuerais gemelos –, balbuceé. Alzó una ceja y se apartó de mí. Como si no mereciese respuesta, si creía que Bill era malo, éste era peor. No me iba a volver a encoger como un ratón exhausto ante  los colmillos de un gato, e interrumpiendo el silencio del corredor mencioné su nombre, para esto, él ya iba camino del ascensor. Se giró y dirigiendo una mirada de superioridad me acerqué a él. sabiendo que no se molestaría en retroceder ni un solo paso.
– Me gustaría saber dónde está tu hermano gemelo –, hablé pícaramente. Sus ojos malamente rotaron en mi dirección y esbozando una pequeña sonrisa que mostró sus colmillos, mi cuerpo se encogió como el de un ciempiés.  Maldito Tom.
– ¿Por qué quieres saber eso? –, preguntó haciendo que su voz, tan grave y sombría, retumbara en mi mente.
– Necesito decirle algo de suma importancia –. Su sonrisa se anchó aún más y extrañamente me pareció más aterrador que la imagen de Bill morderme. Y retrocediendo siguió su camino hacia el ascensor. Caminé atónita, preguntándome cómo podía  ser alguien tan extremadamente desagradable cómo él. Antes de que pulsase la tecla del ascensor subí  e intentando causar algún tipo de intimidación acercándome a él mirándole fijamente. Las puertas se cerraron y rió a carcajadas, sungo que de mí.
– Creo que eres la única idiota que sabiendo que soy un vampiro y puedo matarte me seguiría a un lugar donde no hubiese gente.
Intenté simular que su comentario no me había afectado, pero por dentro estaba gritando de temor, sin embargo, algo me decía que Tom hablaba más de lo que hacía.
– Dime donde está Bill, por favor –, pedí amablemente.
– ¿Qué tienes que decirle? Se lo diré yo –, dijo él. Encima, enterado. Contemplé nuestros reflejos en el espejo, y peiné con los dedos mi fleco enmarañado, intentado hacer tiempo para responderle y a la vez, barajar un posible sí.
– Ni de coña –, solté. Su mirada me rebanó como un cuchillo el pan y pude admirar como sus ojos se tornaban naranja oscuro. Volví mi vista hacia la puerta de acero del ascensor, y con miedo a mirarle a la cara, aunque por dentro quise saber si él lo estaba haciendo, vi como ya estábamos por el cuarto piso. Alarmada por saber dónde me llevaría ese extraño vampiro, pulsé el botón de stop, haciendo que se detuviese de manera brusca.
 – ¿A dónde me llevas? –, pregunté. Su sonrisa se había extinguido de su rostro y ya no quedaba ni la más minima señal de gracia en él, y por el color de sus ojos sus manos no tardarían en estrangularme.
– Puedes llegar a ser realmente molesta –, dijo en un susurro aterrador.
Mi expresión de frustración se relajó y se transformó en un instante en una de terror, fue un error actuar tan espontáneamente ante él. Alcé mi mano e hice un ademán de pulsar el botón, pero él no me lo permitió  y asió mi mano en un movimiento tan rápido y violento que sentí como el dolor iba desde el dorso de mi muñeca hasta el antebrazo. Me echó hacia atrás y empotró mi cuerpo contra la superficie de duro acero, aún con mi brazo sin agarre intenté librarme de su sujeción pero inmediatamente su derecha me sujetó quedándome con las manos inmóviles y su cara a escasos centímetros de mí, con su musculoso cuerpo tan próximo que sentí el calor que desprendía.
– Selene –, dijo clavando sus ojos ya oscuros en los míos. Esto era muy mala señal, Jannette me había explicado que en los vampiros de ojos marrones se caracterizaban por cambiarle a un amarillo cuando estaban sedientos y naranja cuando la ira le consumía. Y él ya rozaba el negro puro. Ante la indecisión, una palabra podía acabar por encolerizarlo o ¿calmarle? Sin saber que hacer opté por mostrarme lo más serena posible y procurar no desafiarle, cosa difícil para mí –. ¿Qué  quieres decirle a Bill? –, preguntó por fin rompiendo el silencio.
Elevé la mirada por fin, tras los segundos en los cuales permanecí contemplando sus botas negras. Sin remedio alguno que pudiese librarme de esta situación, tendría que decirle la verdad. No me podía creer que tuviera que contarle esto a él, antes que a Georg y Jannette.
 – Tom –, comencé en un balbuceo que temí que fuese a tomárselo a mal y sin poder mirar sus ojos por temor continué: –, el profesor Moore sabe lo del trato, me ha amenazado con expulsar a tu hermano.



Nota de la autora: Estoy haciendo pruebas con la letra, si se ve mal así me lo dicen y lo cambio, el próximo miércoles publicaré la reseña. Espero sus opiniones acerca del capítulo y si hay fallos también. ^^

5 comentarios:

  1. Ha estado muy emocionante, espero la continuación para saber que va a hacer con lo del trato. La letra se ve bien así.

    Escribe pronto!!

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  2. Hola! antes que nada la letra esta bien. Aunque no estaría mal que separarás digamos los parrafos para que no este todo junto... es solo una sugerencia :D

    El capitulo me ha gustado bastante al fin Tom y Selene "hablan". En serio él es más tenebroso que Bill?. Espero que no le haga daño :/ ya es suficiente con que un vampiro la tenga en sus manos para que venga otro y le haga lo mismo.

    Hasta el siguiente!

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  3. *OO* Ame el capítulo, estuvo genial.. Y lo de la letra esta bien así....

    Que bueno que Tom y Selene hayan hablado, aunque me da un poco de miedo lo que Tom le pueda llegar a hacer.. Espero que no le haga nada malo y ya sube otro capítulo pronto que me encanta esta historia...
    Cuídate mucho y hasta el próximo capi...

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  4. ¡Muy buen capítulo!

    Pobre Selene, le llueve sobre mojado.¡Mika! A mí me gustan unas cuantas de él, aunque a veces se me figura que es…

    Espero el próximo pronto

    ¡Un felino! ¿Naranja? No cabe duda: Esa escuela es la escuela X-Men :P

    Me voy

    Buen capi!

    Besos!




    S.K

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  5. ooh PORFAVOR que Tom no la dañe ya ha sufrido bastante en manos de Bill y Ariza es suficiente y como se ven las cosas Tom es el mas agresivo ooh necesito el proximo capitulo ya no puedo dejar de leer

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