lunes, 29 de agosto de 2011

Medianoche entre extraños - Capítulo 8º


Este capítulo va ha ser un poco más relax, por así decirlo, tantas emociones seguidas para Selene acabaran destrozándola, y eso no es lo que pretendo... todavía. El capítulo octavo es algo más reflexivo y lento, hace de puente entre el séptimo y el noveno que vuelve a la carga, por así decirlo.  Pero, en este cabrá alguna explicación. Espero vuestras opiniones, aunque comprendería que este no sea comentado. xD
Medianoche entre extraños 
Capítulo 8º



Medianoche 8º  Hasta nunca


Cogí una de las bandejas azules que se amontonaban en la esquina derecha del comedor, y recorrí lentamente el puesto de comida donde nunca encontraba nada hasta el final, donde la cocinera se dignaba a servirme un plato de fruta o verduras salteadas y agua. Llegué al último tramo y la cocinera intentó sonreírme al darme mi almuerzo, pero hoy no tenía ganas de sonreír y fui directamente a coger una botella de agua. Busqué con desgana en la nevera hasta ver una sombra a mi lado, delante de las neveras blancas donde se conservaba la sangre. Mi cuerpo se estremeció y mi menté luchó contra mi cuerpo al querer observar a aquella persona. Vi como desaparecía de mi lado y respiré tranquila al saber que estaba a salvo. En aquellos momentos no sabía a cuál de los dos temerle más: uno me asustaba por su extrema seriedad y  su forma de ser que podía llegar a ser aterradora al notar la falta de emociones en su rostro. Mientras que Bill era malo, ruin como un fruto podrido, sobre todo jugaba mucho con mi paciencia. No obstante, lo que realmente me inquietaba era su reacción, si yo solita pude llegar a cabrearle lo suficiente estando en su habitación no quiero saber lo que ocurrirá al enterarse de que ya no soy suya.Esta mañana quise no ir a clase, más que no asistir a las clases no deseaba salir pero tras perder mi primera hora de literatura comprendí que supondría tener a mi tía preocupada en mi habitación y alargar lo inevitable. Apenas  había pasado tres meses del comienzo de curso, y me enloquecía saber que aún quedaba demasiado y tendría que encontrármelos a ambos algún día. Si consigo estar con Georg podría  al menos recibir una pisca de apoyo moral, pero él justamente hoy había decidido perderse de mi vista. Dirige una mirada rápida por toda la cafetería y vi las puertas de cristal invitarme a pasar al lado prohibido, o al menos para alguien que casi ha sido devorado por una sirena y mordido por dos vampiros. Sin embargo aunque el día amaneciera ausente de sol la vista a la piscina y el paisaje otoñal me sedujeron de tal manera que me vi andando lentamente hacia allí. Sabía que no debía ir, mis manos temblaban por el pánico a encontrarme frente a frente con ambos, y volví a preguntarme quién me daba más pavor: Bill o Tom, esa era la cuestión. Intenté admirar a alguno de mis compañeros en sus mesas, la que frecuentábamos Jannette,  Georg y yo estaba completamente vacía, y a pesar de haber mantenido una breve conversación cosmética aquella mañana con Jannette, todo pareció volver al olvido. Giré la cabeza y la mesa se encontraba ausente de manzanas, mientras mis piernas iban en dirección a la terraza echando hasta de menos sus ojos rubí admirar las manzanas perfectamente alineadas para ser devoradas por él.  Me encontraba a punto de pasar el umbral y la claridad ya me segaba, mi corazón latía apresuradamente y no conseguía detenerme. La luminosidad me impidió ver durante  unos segundos y parpadeé repetidas veces intentando ver a Bill. La terraza estaba algo vacía; la mesa donde Ariza se sentaba resultó estar libre de rubias, y sentí una ligera calma dentro de mí hasta ver la mesa más próxima a la que me encontraba, admirando a Tom quien acompañado de tres personas más, absorbía sangre observando la mesa y me puse nuevamente en marcha para ocupar el sitio libre a su izquierda, donde siempre se sentaba Bill. Me sentí totalmente fuera de sitio, yo no encajaba nada en aquel lugar, bueno, realmente no encajaba en aquella escuela. El silencio se hizo cuando me senté, aunque poco a poco se volvió a escuchar las carcajadas de aquellas chicas.  Miré a Tom de reojo y comprendí que había sido víctima de control mental al notarle de una forma totalmente distinta.No me atreví a preguntar lo evidente, pero saber donde se encontraba el otro de los Kaulitz me estaba corroyendo por dentro. Le susurré la pregunta intentando que ellas no me escuchasen pero fue una estupidez sus risas sonaron por lo bajo y no entendía el porqué. Levanté la mirada y observé a la chica de los brackets cuchichear con sus dos amigas y sólo pude sentirme peor al no obtener respuesta de Tom. 
Me sentía idiota estando sentada a su lado y sobre todo por ellas, y  aquella sensación que había viajado conmigo desde que entré se hizo más fuerte dentro de mí. Intenté olvidar que eran distinto a mí, intenté suprimir de mi vocabulario la palabra diferentes, no se trataba de un instituto lleno de personas de diversas partes del mundo, se trataba de seres anormales llenos de rarezas que hasta resultaban peculiares en sus acciones humanas; porque claro, a ellos no se les considera humanos, ¿verdad?
Miré con frustración el plato, era ensalada con pequeños dados de queso, y aunque tenía buena pinta no conseguía atraerme lo suficiente la idea de comer,  y entonces decidí que era buen momento para levantarme de la mesa e irme a mi habitación, hoy no estaba de humor para encontrarme frente a Tom.   
– Hoy no ha venido –, contestó. Poco me importó lo que dijese, sólo necesitaba alejarme de ellos durante unas horas, intentar pensar en cosas menos oscuras y peligrosas e intentar mantener mi pensamiento alejado de los Kaulitz. Dejé la bandeja en una mesa libre, la de Gustav, nadie se había atrevido a ocuparla y me pregunté dónde estaría.  
– Selene –, escuché tras mí. Cansada de sentirme como un payaso en una feria seguí al reconocer su voz. Y no la volví a escuchar más porque él simplemente no estaba tras mí y había vuelto a entrar en mi cabeza con la facilidad con la que salieron mis lágrimas. 
El pasillo lateral conducía a la biblioteca y a una salida de emergencia que siempre se encontraba abierta y opté por escabullirme de clases en el aire gélido de diciembre. 
La nieve ya cubría la vegetación de Wilmington, no por nada Vermont era uno de los lugares más nevados de Nueva Inglaterra, y éste año, la nieve había cubierto ya todo gran parte de la zona. 
Rodeé mi cuello con la bufanda antes de salir, hoy me había despertado sin picor, sólo con un leve dolor cuando movía la cabeza. No quise pensar en el porqué, simplemente era uno de los misterios que tapaban mi vida.
Caminé admirando los setos del pasillo cubiertos de nieve, y recorriendo la terraza de cafetería ya desierta anduve tranquilamente por el jardín trasero que me conducía a la cancha descubierta donde ahora mismo entrenarían a futbol americano los hombres lobo contra la residencia de mezclas II  y me propuse mirar el partido desde fuera. Rodeé la piscina libre de sirenas y admiré la pequeña residencia III donde  se alojaban las sirenas.

Nunca antes había visto el uniforme deportivo del instituto, simplemente yo no tenía esa optativa, y antes de elegir sudar como una cerda, prefería pintar.
Lo que primero me sorprendió fueron los colores brillantes, me esperaba un uniforme oscuro que denotase todo lo que ellos eran capases de hacer. Sin embargo ni el verde lima y el amarillo plátano escondería la brutalidad con la que se placaban, los golpes me hacían estremecerme, se podía hasta apreciar el crujido de los huesos y cómo volvían a alzarse colocando sus brazo dislocados volviendo nuevamente a jugar. 
Observé durante unos segundos más el brutal juego, y decidí irme antes de que el entrenador se diera cuenta en mi presencia y me mandase nuevamente a clase con un parte por fugarme de clase. Salí de la cancha y admiré nuevamente el paisaje, cogí aire, llenándome del fresco ambiente y evadí cualquier pensamiento negativo remplazándolo por la llegada de la Navidad, en la que no sabía exactamente si volvería con Wanda a casa o me quedaría en la residencia. Pero si de algo estaba segura era del regreso de mi hermano, tendría que venir, iba a volver y lo sabía, le tendría conmigo después de meses sin verle. Sonreí al imaginar la escena de una Navidad en paz, sin Bill, sin Tom. Sólo Wanda, Sam y yo en la mesa junto a un pavo relleno de ternera y verdura. Y de postre mi tarta de manzana. 
Me senté sobre un solitario banco recubierto con una fina capa de nieve que se asemejó al azúcar glas sobre un pastel de chocolate. Y me senté sobre él tras quitar suavemente la nieve. Miré hacia la piscina y observé la escarcha que cubría la capa superior de ésta y me mantuve observando el paisaje ya en puro invierno del instituto. 

Escuché unos pasos aproximarse hacia mí, yo ya llevaba con los ojos cerrados un largo rato, con la mente en blanco y abrazándome con las manos intentando guardar calor. Pensaba que no iba a hacer tanto frío, pero parecía mentira que ya fuese diciembre.   Se sentó a mi lado, sentí como el calor de su piel  me arropaba como una manta y abrí los ojos para verle y observé a Gustav con cara de cansancio admirarme con desaprobación.   Me dio totalmente igual que tuviese las mejillas tan coloradas, e incluso que hacía ahí cuando ambos deberíamos estar en clase, pero porqué desprendía tanto calor si estábamos a poquísimos grados.  Un escalofrío me recorrió la espalda y me abracé más fuerte, siguió mirándome sin cambiar su adusta expresión, esperando a que yo le hablase primero.  – ¿Por qué estás tan caliente? –, pregunté sorprendida. Pero si parecía una estufa. Gustav curvó los labios y se encogió de hombros antes de responderme.  –  Acabo de salir de educación física –, respondió –, estos lobos son más rudos de lo que pensaba.  Se recostó en el asiento mirando en mi misma dirección, y antes de hablarme se abrochó el último botón de su camisa.  – ¿Qué haces aquí? –, preguntó. Seguí observando a los alumnos del partido de futbol  ir hacia la puerta por la que yo había salido.  – No tengo ganas de ir –, respondí –. Oye Gustav, ¿sabes dónde estaban hoy Jannette y Georg  en la hora del almuerzo?  Tal vez era una estupidez preguntarle pero, a lo mejor él sabía algo que yo no, no obstante él parece enterarse de todo lo que ocurre en la escuela. Y ya me lo ha demostrado en varias ocasiones.  – No lo sé –, contestó secamente –, pero yo no lo esperaría verlos juntos en mucho tiempo.  Había pasado algo entre ellos y yo no me había enterado. Pensaba que sería algún malentendido, pero por sus palabras tan adustas se refería a  algo serio de verdad.  – ¿Qué ha pasado? –, pregunté exaltada, con la idea de verles peleados cuando sabía que ambos valoraban su amistad. Gustav se quedó en silencio admirándome con el seño fruncido  y luego la campana sonó y su expresión se relajó anunciando que él se iba a marchar.   – Sería mejor que hablases con ellos –, anunció poniéndose en pie. Le cogí del antebrazo impidiendo que se alejase de mí, y le miré suplicando que me lo contase. Sabiendo que no aguantaría mucho más sin saber porqué mis amigos se han peleado.  – No me hagas meterme en líos de pareja –, anunció. Le solté delicadamente el brazo y volví a recostarme en el banco pensando en sus tres últimas palabras. En serio Georg y jannette estaban juntos y no me había dado cuenta. Y lo peor: han roto y no he estado ahí para ayudarles a ambos.  Seguí con la mirada al rubio que se marchaba de mi lado por la prisa que le urgía entrar en clase, y entendí  perfectamente que debía ser delicada con el tema.  Pero la idea la había dejado tan sorprendida que era incapaz de dejar de repetir las palabras de él una y otra vez.  No los veía mal juntos, de hecho hacían buena pareja, ¿pero cómo se me había podido pasar de tal manera? No es evidente cuando te gusta alguien y estas a su lado y no puedes evitar mirarlo con otros ojos o simplemente sonreírle. De todos modos, no me los imaginaba completamente siendo más que amigos en presente, sino en futuro. No sé porqué, de todos modos, ahora aquello pertenecía al pasado.  Me recosté sobre la madera y cerré los ojos mientras masajeaba mis sienes. Definitivamente mis problemas me han cegado totalmente de lo que ocurre en el resto del mundo.  Permanecí la siguiente hora de clase en el banco, repitiendo una y otra vez la cena de Navidad, ideando lo que le contaría a Sam. Realmente sería una locura decirle lo ocurrido estos meses, y menos delante de Wanda, quien lo negaría todo, o me mataría con la mirada. Ya era bastante que yo estuviera aquí, dado que esto sólo le pertenece a ellos y no a los humanos.  Sentí algo frío caer en mis mejillas congeladas y los copos de nieve comenzaron a caer sobre mí. Abrí los ojos y me comencé a caminar lentamente, hundiendo mis pies en la nieve que cubría el césped. Y anduve lentamente bajo la nieve para ir a la biblioteca del instituto, con suerte, nadie me diría nada y con mucha más suerte podría leer durante dos o incluso tres horas aquel libro que tantas ganas tenía desde hacía tiempo.  La puerta se encontraba entronada, y a su lado una silueta oscura me hizo temblar. No había nada que hacer, me había visto y si intentaba huir me atraparía como una cucaracha. Sólo me quedaba ir hacía él y pensar en el mejor de los casos. Me coloqué a un metro de él, Bill no me miraba a mí sino observaba el paisaje de la izquierda mientras la nieve caía lentamente sobre nuestros cuerpos inmóviles.  Dirigió sus ojos a los míos y me estremecí ante su mirada.  – ¿Qué? –, dijo. Sus palabras sonaron tan groseras que hasta me hicieron vacilar en mi sitio.  Y en aquel momento me di cuenta que no sabía qué iba a decirle. ¿Perdón? ¿Acaso yo le había ofendido más que él a mí? Aquellas palabras no se las merecía aún lo que haya pasado.  Me observó con frialdad y se cruzó de brazos esperando a que hablase, era obvio que si había osado acercarme había sido por algo, y ahora esperaba que le contestase. Pero no sabía qué hacer, qué decir sin sonar estúpida.  Me rendí, y anduve hacía la puerta de su lado,  agarré la manilla para entrar. Él ya ni si quiera me observaba. Y extrañamente me sentí culpable, ¿pero culpable por qué? – No quería que esto acabase así –, dije. Mi miró con los ojos manchados de naranja y supe que debía marcharme. Sentí el desprecio en su mirada y alzando una  ceja volvió su vista.  Cerré la puerta, y crucé ante él, me giré  mirándole con la misma seriedad con la que Gustav siempre me observaba, y aprecié un parecido atroz con Tom. Ahora sí que se asemejaban. Le observé por última vez antes de dirigirme hacia la residencia;  Bill no iba a hacer nada al respecto, simplemente quedarse al margen. Y ahora, mi único y mayor temor se concentraba únicamente en Tom. 

5 comentarios:

  1. Tengo una duda!
    Con el trato que Selene hizo con Tom el trato que tiene con Bill automaticamente se anula o algo asi????? o tiene un trato con cada uno y ella viene siendo de los dos???? o ahora tom y bill pelearan por su "comida" XD jajaaj no se me ocurre otro nombre que ponerle a Selene.

    Estoy algo confusa con eso :S espero que en el siguiente me aclares esa duda (:

    Solo me queda decir que el capitulo me ha gustado y me sorprendio ver que Tom le hablo a Selene XD jaja

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  2. Uhhhhhhhhhhhhh!

    Que mala pata, Bill no le hizo caso...eso es feo

    Buen capi...

    ¿Y que pasara con Tom?...


    Besos!

    S.K

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  3. ohh!! Sí, algo lento el cap, pero está bastante bien, me sorprendio la actitud de Bill, pensé que le pegaría o algo así, xDD Aun así es mejor tener cuidado con ese guaperas malote :3

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  4. hola jalene te quería invitar a un juego sobre la llegada de septiembre, pasa por mi blog para informarte sobre el juego. un beso y saludos desde plegarias en la noche.

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